“Agrupamos los espacios académicos para fortalecer la formación específica en el ambiente disciplinar, como el tema de Derechos Humanos y la pedagogía”, comenta la docente, quien añade que también se le dio especial importancia a las prácticas pedagógicas pues cada líder debía formar a su vez a 35 personas dentro de su comunidad o a nivel institucional cada semestre.
Es así como Lucero y sus compañeros hoy son formadores de formadores gracias a un programa en el que además lograron darle un fundamento teórico a muchas de las prácticas que emprenden a diario. “Nos invitó a leer de una manera distinta lo que pasa en la comunidad y a desarrollar estrategias que propendan por la reivindicación de los derechos, para no rendirse a pesar de las dificultades”, comenta.
Desde hace aproximadamente 11 años ella asegura tener uno de los trabajos más bonitos desde que se vinculó a una fundación con la que ha desarrollado una propuesta denominada como centros de reconciliación. Son espacios físicos que van desde el salón comunal o el de la parroquia, en donde se promueven pedagogías de paz, convivencia, diálogo y restauración para que, como dice ella, aprendamos a ‘hacernos pasito’.
“La profesionalización nos da un estatus distinto, nos dignifica. Es la forma como la ciudad reconoce lo que hacemos. Es un tributo, una forma de retribuir tanto el esfuerzo propio como el de mis compañeros”, expresa Lucero. Un reconocimiento que también recibió de manera póstuma Gregorio Barreto, líder que hizo parte del programa pero que lamentablemente falleció antes de ver el proceso culminado.
Un proyecto a continuar
Para el profesor Helbert Choachí, actual coordinador de la licenciatura, estas iniciativas de formación de líderes sociales son importantes porque se trata de personas que intervienen, dinamizan y le apuestan a la transformación de la conflictividad en sus espacios de trabajo, por eso cualificarlos a ellos y a sus proyectos también es fortalecer sus propuestas.
“Trabajar con líderes y lideresas sociales es poner a la academia y a la Universidad al servicio de las comunidades, dispuestas a atender las necesidades de los sectores sociales históricamente excluidos”, afirma el docente, para quien esta experiencia dejó aprendizajes importantes desde el punto de vista educativo y administrativo que esperan aplicar en la apertura de futuras convocatorias.
De hecho, se está trabajando en un nuevo acuerdo con la dirección de DD.HH. de la Secretaría de Gobierno para abrir una nueva cohorte el próximo año, gracias a los resultados positivos obtenidos, entre los que se cuenta la incorporación de cuatro de los egresados de la licenciatura al trabajo de esta misma entidad.
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