¿Qué relación tiene la pedagogía con el cuerpo? Esta fue la pregunta que llegaron a responder en su libro Memoria colectiva, corporalidad y autocuidado: rutas para una pedagogía decolonial las profesoras Pilar Cuevas y Judith Bautista, quienes a partir de un trabajo con practicantes de la Licenciatura en Educación Comunitaria y la corporación Kairos Educativo (KairEd) lograron desvelar la necesidad de poner atención a los procesos que viven las personas en su espacio emocional. El énfasis puesto en la necesidad de indagar sobre nuestros sentimientos y la incidencia que estos tienen en nuestra corporalidad llevó a que varios estudiantes de esa práctica optaran por problematizar el cuerpo en sus prácticas pedagógicas.
¿Cómo fue el proceso que llevó a vincular el cuerpo a la educación comunitaria? La profesora Pilar, doctora en Estudios Sociales y Culturales y educadora popular, y quien se desempeñaba como docente de la Licenciatura en Educación Comunitaria, estableció un vínculo con una fundación donde era tallerista la profesora Judith, doctora en Educación, quien trabaja desde hace mucho tiempo desarrollando procesos de educación a través del cuerpo y procesos de autosanación, recuperación emocional y trabajo espiritual.
Estas dos profesoras plasmaron en dicho libro el resultado de su experiencia al combinar saber pedagógico y saber esotérico –como diría la profesora Judith–, en el marco del acompañamiento a los estudiantes de la licenciatura en su proceso de investigación. Ellas parten de un trabajo desde el sistema energético, que todos tenemos y que, como cualquier otro sistema de nuestro cuerpo, atiende una función vital, que es, en este caso, la de crear un puente entre las experiencias psíquicas y las experiencias físicas. “Hay cosas que pasan en nuestra psique y que afectan nuestro físico y hay cosas que pasan en nuestro físico que afectan nuestra psique; entonces las guerras, el desplazamiento, afectan el cuerpo y afecta la psique”, afirman.
Para ellas reconocer que el cuerpo es una herramienta más y que está muy ausente en las prácticas pedagógicas comunitarias es abrir un espacio para que el cuerpo mismo se convierta en un espacio de sanación, restitución y empoderamiento para las comunidades. “Nos vincula un ejercicio alrededor de la memoria colectiva, pero le incorporamos fundamentalmente el cuerpo, el trabajo por y desde el cuerpo, y prácticas del cuidado y del autocuidado”, señala la profesora Pilar.
“El libro es el encuentro entre dos trayectorias: una que viene trabajando la indagación en la memoria colectiva y otra, que viene trabajando la restitución de colectivos dañados, personas en situación de desplazamiento, mujeres en situación de abuso, de pobreza desde el trabajo con rutas corporales. Entonces lo primero, lo que nos junta, es conocer cómo los daños históricos están insertos en el cuerpo, y cómo muchas veces los abordajes meramente racionales –talleres, conferencias, cursos pedagógicos– no siempre lograban transformar las personas y transformar esos colectivos humanos en sus experiencias”, afirma la profesora Judith.
Los daños a los que hace referencia la docente son aquellos que se dieron como consecuencia de los 500 años de esclavitud. Para las docentes, nuestros cuerpos y nuestro sistema energético lleva grabado el producto de esos siglos de dominación. Lo decolonial aquí consiste entonces en cuidarnos de las violencias del otro y en hacernos cargo de nuestra actitudes y de nosotros mismos, ya que en la medida en que lo hacemos, nos convertimos en seres libres, empoderados, capaces de autodefinirnos y de autotransformarnos, y así nos libramos de esas lógicas de dominación heredadas de la Colonia.
Durante el lanzamiento, la tallerista Andrea Catalina Suárez, cantante lírica que ha trabajado en restitución de mujeres abusadas y desplazadas a partir de rutas desde el canto y la voz, adelantó un taller en el que los asistentes debían detectar los lugares del cuerpo donde se posaba su impotencia, cualquiera que ella fuera, y en el que mediante ejercicios de respiración guiada y del canto y la voz como elemento de liberación, se intentó disminuir la tensión producida por esa impotencias.
“Lo que se hace es concientizar a las personas en el cuidado de sí mismo a través de talleres, de enseñarles a las personas de ocuparse de su cuerpo, de escucharlo, de sentirlo, a empoderarse, pero las personas que aceptan ese cambio son cada una de ellas; las talleristas solo sirven de apoyo”, concluyeron las profesoras.
El lanzamiento del libro Memoria colectiva, corporalidad y autocuidado: rutas para una pedagogía decolonial se llevó a cabo el viernes 20 de abril a las 5:00 p. m. en el estand de la UPN, en el marco de la 31 Feria Internacional del Libro de Bogotá.